Aprenderán los conceptos más básicos de las matemáticas, las formas y las operaciones sencillas a través de la construcción. Podrán ver rombos, cuadrados, círculos... pero el beneficio principal es que inconscientemente van a ver el funcionamiento del equilibrio, la fuerza de las piezas, la simetría y la importancia de colocar todas las piezas teniendo en cuenta estos factores.
Sabemos que los peques también les gusta destruir las construcciones, es por eso que también van a poder experimentar el proceso causa-efecto y la gravedad con algo tan sencillo como una torre apilable.
A través de estos juegos también desarrollarán las habilidades sociales, la cooperación y el respeto. Seguramente si el peque está jugando con un amigo o amiga siempre habrá algún momento de tensión por querer hacer algo que el otro no quiere, es importante que aprenda a través del juego la importancia de la colaboración, cooperación y a compartir y empatizar con los demás.
Uno de los beneficios más importantes de este tipo de juegos es la creatividad, la imaginación y el juego simbólico. La imaginación de cada peque es totalmente distinta. Con los mismos bloques uno construirá un castillo y el otro un avión, es por eso que dejar a los peques jugar con libertad les desarrollará la creatividad. También, a través del juego simbólico, podrán construir una casa o cualquier objeto de la vida cotidiana y desarrollar el lenguaje.
También aprenderán a controlar su frustración y a mejorar su autoestima. Las construcciones muchas veces no le saldrán a la primera, es importante enseñarles que tienen que seguir intentándolo y cuando la consigan completar valorar su esfuerzo. Esto mejorará mucho su espíritu de superación, concentración y autoestima.
Una vez acabemos de jugar será el momento de recoger. Nunca apetece recoger todos los juguetes pero es importante crear hábitos ya de muy pequeños para que se lo puedan aplicar inconscientemente durante otras etapas y edades.